Hace algunos días escribía sobre el disfrute en una hoja de word inacabada.
Es que disfrutar es una palabra que no logro descifrar y menos aún hacer mía. Lo intento, pero la ansiedad que llega por las mañanas me lo impide.
A veces esa ansiedad mañanera es menos intensa, se va pronto y logro algo de disfrute.
Otras es más fuerte y me sigue durante todo el día.
Qué maldita es.
Y me comparo con esas personas que parecen tenerlo todo tan claro. Ojalá tuviera alguna certeza, aunque fuera pequeña. ¿Serán reales esas personas?
Hoy escribo desde una cafetería y no desde una oficina de luces blancas y espantosas. La ansiedad no debería existir, ¿no? Pero sigue ahí, molestando como un mosquito. Recordándome que debo avanzar. Ser productiva. Seguir ese camino (¿auto?)impuesto. No importa que no te guste. No importa que lo odies. Que te enferme.
Pero hay otros caminos. Se supone.
¿Existe un equilibrio o es inventado?
Dicen que la gente es feliz en Bután. También en Dinamarca y Costa Rica.
¿Pero qué es eso de la felicidad? ¿Es real? ¿Es una trampa? Ser felizmente productivos. ¿Ser felizmente miserables?
Hoy mi mente está un poco caótica. Es que hay días y días.
Hay días que quiero ser escritora. Otras, podcaster. Artista. Orfebre. Florista.
También quiero pagar el alquiler.
Pero hay días que nada importa. Y que me acuesto feliz. Tranquila. Nada importa. O sí, pero ya no tanto. Ya no pesa. Porque la vida es una. Porque la gente enferma y muere. Gente buena. Gente que merece vivir. Y aquí estás tú, quejándote porque sí y porque no. Pero hay días que no te quejas. Hay días que das las gracias. Que disfrutas. Hay días que eres feliz. Como cuando vas al lanzamiento del último libro (que aún no has leído) de Milena Busquets. Y la escuchas a ella y a Rigoberta Bandini, aunque no las ves porque tu metro y medio en un mar de gente te lo impide. Pero no importa.
Los pensamientos vienen rápidos. Se atropellan unos con otros y los quiero anotar todos. Dejar por escrito. Para recordar que hay días y días. Que todo pasa. Y que todo está bien. Mientras, sigo escribiendo.